domingo, 11 de mayo de 2014

CABEZO GORDO



 DOMINGO 11 DE MAYO DE 2014
Nuestra ruta de hoy nos lleva hasta El Cabezo Gordo en el municipio de Torre Pacheco.
Esta elevación del terreno de apenas poco más de 300 metros destaca en el paisaje plano de la llanura de El Campo de Cartagena. Es todo un símbolo pues desde tiempos ancestrales fue hito para los pastores, agricultores y pescadores que poblaban estas tierras litorales. El símbolo se incrementa teniendo en cuenta que en realidad se trata de la cumbre de una sierra sumergida bajo el mar y que data del periodo Terciario. Visto desde la lejanía nos parece un gigante dormido, una misteriosa criatura que escapó de las profundidades buscando el sol amable de esta tierra y que quedó así, encantada, hasta el fin de los tiempos.

En cuanto llegamos a sus faldas nos llama la atención la aridez, la vegetación es la propia mediterránea y está fuertemente afectada por la escasez de las precipitaciones. Nos encontramos con matorrales de arto y cornicales; el esparto, como no podía ser menos en la llanura de “Cartago Espartaria” abunda. El paisaje que se divisa, a pesar de la sequía de esta primavera, es hermoso en su cromatismo: los ocres y los sienas de las tierras barridas por el inmisericorde sol mediterráneo, el amable verde de los bancales cultivados por la agricultura intensiva y allá, al fondo: el mar. El Mar Menor, el “Palus” romano que nos ofrece su azul mansedumbre de laguna con vocación marítima.
      Una cantera ocupa una parte del monte. Se trata de una explotación que extrae un mármol veteado en gris que ha sido utilizado desde tiempos muy remotos en la construcción tanto de edificios públicos como privados. Está documentado que la caliza extraída de sus entrañas fue empleada desde el siglo I a de C. Sabemos que formó parte tanto del  Teatro Romano de Cartago Nova, como de la villa del Paturro de Portmán y en numerosas lápidas sepulcrales y conmemorativas como la célebre de Comenciolo ya en el siglo VI de nuestra era. De nuevo, la historia nos saluda desde más allá del tiempo. Pero no es solo esta apreciada caliza la que abunda en su interior, también  había un yacimiento de  magnetita, de la que se obtenía mineral de hierro, y que a veces contamina el mármol con un bello tono rojizo. 

            Dado su origen calizo existen numerosas cuevas en su  geografía: la cueva del agua es un buen ejemplo de ellas pues como su nombre indica guarda un nacimiento de agua en su profundidad..
Un lugar de cierto interés es el túnel minero, de veinte metros de longitud, que atraviesa la montaña  y que constituye una parada para huir del calor del sol y solazarnos en su interior.
            Pero aún guarda este  “gigante dormido” que parece guardar la depresión litoral marmenorense  otro tesoro que fue descubierto recientemente y gracias a la casualidad: La  Sima de las Palomas. Este lugar es una cueva típica de un relieve cárstico en el que las aguas filtradas desde la superficie han disuelto el carbonato cálcico de la roca y creado caprichosos relieves.

            A principios de los años noventa un ecologista bajaba la sima por rápel cuando descubrió un fósil. El laboratorio diagnosticó que se trataba de los maxilares superiores e inferior humanos de tipología Neanderthal.  Hasta 1994 no se comienza una excavación sistemática del yacimiento arqueológico que ha proporcionado hallazgos datados entre 40.000 y 60.000 años de antigüedad entre los que hay 150 fragmentos de huesos humanos correspondientes a 8 o 9 individuos así como así como numerosos restos de mamut, rinoceronte, león, bisonte, équido, cabra hispánica, ciervo, corzo, lince, zorro, asno silvestre, conejos, liebres y aves.
         Una excursión extremadamente interesante que nos ha dejado a todos con un buen sabor de boca.
ANA 

                                                                      Marcha ciclista