viernes, 13 de marzo de 2020

DIA INTERNACIONAL DE LA MUJER


8 de marzo de 2020

UNAS PINCELADAS SOBRE EL FEMINISMO

                        Por Jesús Cánovas Martínez, filósofo y poeta.

Decir que vivimos en una sociedad en crisis no resulta nada nuevo, al igual que decir que esta crisis es global y comprende una mayoría de aspectos complejos e interconectados entre sí. Resultaría ingenuo, por consiguiente, despachar un tema tan profundo como el fenómeno del feminismo, uno de los aspectos de esta crisis, en pocas palabras. Pero Laly Andreu me ha invitado para que diga algo sobre este tema con motivo del Día Internacional de la Mujer, por lo que, atendiendo a su demanda y armándome de osadía, voy a dar unas pinceladas sobre el mismo desde una perspectiva general.
Para enfocarlo debidamente tengo que hablar sobre la misma crisis de nuestra sociedad y el significado de la misma. Crisis viene del verbo griego “krino” y, en principio, remite a un doble significado. Por un lado significa discernimiento; por otro, enjuiciamiento. El discernimiento remite a una separación de aspectos utilizando un “criterio”; el juicio alude a lo que se puede rescatar o se debe desechar de aquello sobre lo que se discierne. Afirmar que la sociedad está en crisis, por lo tanto, es lo mismo que decir que la sociedad está sufriendo una serie de cambios convulsos (y, en este sentido, dolorosos) que conllevan una mutación para mejor o para peor; en este último sentido, la crisis remite a un tiempo de oportunidad (“kayrós”, en griego) en el cual se debe actuar para la resolución positiva del conflicto.
Con este encuadre general vengo al tema del feminismo que hay que entender en el contexto de otros cambios sociales. A decir verdad, si echamos una mirada histórica, la sociedad siempre ha estado en crisis, pero ha habido momentos en que esta se ha agudizado especialmente. La revolución neolítica, al pasar de una sociedad nómada de cazadores a una sociedad agraria y sedentaria, no solo supuso una trasformación en los modos de producir el alimento y el consiguiente advenimiento de nuevas técnicas, sino que llevó también al cambio de los modos de vida y las relaciones sociales. Pero no nos interesa tanto situarnos en un remoto pasado como atender a las raíces actuales de la trasformación social que estamos viviendo con la finalidad de focalizar nuestro tema.
Las revoluciones que se suceden desde finales del siglo XVIII hasta nuestro momento implican cambios en los modos de producción y en las relaciones sociales. Entre estos cambios cabe situar el fenómeno de la emergencia de la mujer, su empoderamiento, en el contexto social. En el pasado hubo mujeres relevantes en diversos ámbitos de la vida que ostentaron un “poder” (a voz de pronto, me vienen a la cabeza Hipatia de Alejandría, Teodora de Bizancio, la papisa Juana, Isabel I de Castilla, Isabel I de Inglaterra, Catalina de Rusia, la reina Victoria de Reino Unido…), pero parece que, por su condición de únicas, han sido versos sueltos. Sin embargo, las voces femeninas emergen con fuerza durante el siglo XIX y XX reivindicando lo que hoy resulta, a una gran mayoría de los que vivimos en el mundo occidental, de sentido común: su equiparación al varón en cuanto a derechos y deberes sociales.
¿Qué ha ocurrido? Pues ni más ni menos que la incorporación de la mujer al mundo del trabajo, o, más concretamente, al mundo de los trabajos que tradicionalmente realizaban los hombres. Tal proceso se inicia con la revolución industrial y se va incrementando paulatinamente; pensemos, por ejemplo, que en las dos guerras mundiales del siglo XX, mientras los hombres se mataban en el frente, las mujeres entraban en las redes de producción de forma masiva; sin ellas el sostén económico de la sociedad hubiera quebrado.
Si una mujer es apta para el trabajo, ¿por qué no lo va a ser para la gobernanza? Pues bien, en respuesta a esta pregunta cabe, a mi modo de ver, situar las raíces del feminismo. Ahora bien, siguiendo el dicho del Eclesiastés, tengo que recordar que no hay nada nuevo bajo el sol, pues ya en los albores de nuestra civilización occidental, Platón, en su obra La República, reconocía a la mujer su pleno derecho para acceder a la educación y su capacitación para desempeñar funciones de administración y gobierno.
Y es que de eso se trata: de igualdad en cuanto a derechos y obligaciones sociales. Y, en primerísimo lugar, del acceso a la educación, uno de los ejes sobre los que debe pivotar cualquier democracia, derecho fundamental si queremos propiciar una igualdad real de oportunidades. A partir de ahí, libre acceso al mundo del trabajo sin otra limitación que no sea la del mérito personal, así como libre acceso a la administración y al gobierno. Esto conlleva una serie de ajustes sociales que a algunos nos sorprende que todavía no se hayan realizado plenamente, como, sin ir más lejos, la equiparación plena de salarios, pues es de justicia elemental que a igual responsabilidad en el trabajo, debe haber igual salario entre mujeres y hombres (advierto que donde esta equiparación no se ha conseguido es en la empresa privada; por el contrario, sí en la administración pública). Por su puesto, incidiendo en otro aspecto, se debe propiciar el acceso en igualdad de condiciones a los órganos de gobierno. Y ni que decir tiene que, si nos quejamos de la baja natalidad que hay en nuestro mundo occidental (especialmente en España), se deben propiciar beneficios para las parejas que quieran tener hijos, lo que conlleva, de rebote, la dignificación del trabajo de ama de casa, o, si queremos ser políticamente correctos, también de amo de casa. Otro tema importante sería la persecución sin remilgos de cualquier violencia contra la mujer (y, oiga, a un violador o asesino de mujeres no se le puede meter en la cárcel por una puerta y después echarlo por otra; el discurso social, en este sentido, debería ser coherente).
Dicho lo anterior, que es justo y factible, hay que recordar que en el monte no solo crece el orégano. Por eso, ante ciertos feminismos radicales, debemos tener en cuenta que los problemas de las mujeres de igual modo competen a los hombres (como las dos partes que integran la humanidad, hombres y mujeres, afortunadamente convivimos juntos y, como a continuación especificaré, los problemas importantes nos afectan a ambos sexos). También se debe recordar que, en este como en cualquier otro tema, debemos huir de los excesos, ya sean por defecto o por exceso. Entre el ninguneo absoluto de la mujer y la persecución del varón como macho heteropatriarcal y casi cabrío (y, por si fuera poco, haciendo un uso retorcido de las argumentaciones, culpable de todo lo que ocurre), se sitúa el término medio de la salud social y mental, y más valdría que algunos feminismos radicales se preocuparan de erradicar las lapidaciones de mujeres, las ablaciones de clítoris, las prácticas pederastas o la promiscuidad a que puede conducir la poligamia, porque estas actuaciones sociales sí son las que atentan contra la dignidad de la mujer de forma grave. Estas aberraciones, práctica común en algunas formas de ver el mundo, también nos duelen a los hombres.
Un caso interesante del desvío de algunos feminismos, no tan risible como a primera vista pudiera aparecer (léase 1984 de Orwell), es el intento de manipulación del lenguaje que lleva tantas veces a contradicciones y absurdos. Otra forma de desvío es el que viene bajo la divisa de «mi cuerpo es mi cuerpo y hago con él lo que quiero». Quien habla así parece que no ha superado la etapa de la adolescencia, porque, efectivamente, el cuerpo de cada uno es su cuerpo, pero en el momento en que vivimos no aislados sino en un entramado social, ese cuerpo también es de los demás. Ocurre, por ejemplo, en la vivencia sexual, o, por poner otro ejemplo, en la enfermedad: una dolencia afecta tanto al enfermo como a los que conviven con el enfermo. Y así con las demás cosas; por lo que una acción sobre nuestro cuerpo nos crea una responsabilidad ante nosotros mismos y ante los demás. Al hilo de esta consideración, cabe también traer a colación el tema del aborto y recordar que el feto es un ser, aunque alimentado por la madre, independiente de ella. Ahí lo dejo.
Un feminismo no desviado, a mi modo de ver, es necesario para dar solución a los desajustes arriba apuntados, pero también vengo a señalar que no debemos perder de vista el conjunto. Reivindicar la figura de la mujer no se puede convertir en pretexto para desviar la atención sobre temas y problemas, por cuanto afectan tanto a hombres como a mujeres, más englobantes y generales; ya que, si estos problemas de mayor calado se solucionaran, concomitantemente se solucionarían o paliarían en parte aquellos que atañen en exclusiva a la mujer. Apunto algunos: el paro y la precariedad del empleo, sobretodo juvenil; la degradación de la convivencia por la inducción del relativismo y el nihilismo; el poder de la banca y la fiscalización que realiza de todas las operaciones económicas; pérdida paulatina del poder adquisitivo; precariedad de las pensiones; infantilismo de la sociedad y su manipulación concomitante para la consecución de fines espurios; enmascaramiento de esa manipulación y la esclavitud a que somete por una falsa libertad; y a estos se podrían añadir unos más. Divide y vencerás, aprovecha la buena voluntad de las personas para fomentar odios, y así gobernarás sobre las masas.
Francamente soy optimista, y espero que tras las convulsiones que está sufriendo la sociedad, surja una mejor organización y relación entre hombres y mujeres. Para conseguir una sociedad de felices, uno de los pasos previos que se deben conseguir consiste en la reivindicación del valor inherente de lo femenino y el empoderamiento de la mujer.




MUJERES QUE AMARON DEMASIADO
             A Silvia Plath
                                                 
Durante aquellos breves,
ominosos años
creyó que su destino era el amor
y su deber  hallarlo
terrible aliento que turba
el espíritu de los seres
señalados por el dedo del algún dios
poderoso y cruel.
Sabía, ya desde la infancia.
cuál sería la  única luz
auténtica y purísima
que iluminaría el camino tenebroso
Por su resplandor deslumbrada
enceguecida anduvo
herida, mutilada
se entregó como víctima
de un antiguo sacrificio.
Así amó como solo aman
aquellos que no creen
que la rutina sea
el impulso que aliente la existencia.

La mañana invernal
vistió de escarcha el mundo,
acaso también su corazón,
ahora ya helado
en el que, marchitada,
también moría la ortiga del amor
que tanto amaba.

Poniéndole alas a su vida tan temprano
le entregó todo cuanto fue.
Con la muerte bailó la  última danza
y en ese último vals halló la vida.

Los árboles del invierno la acogieron
como un amante abraza el cuerpo enamorado.
Con ellos se fundió
Ahora  ya es árbol
vertical materia, sauce fecundo
y de su amor bebieron
las tiernas raíces de sus hijos.

Ana María Alcaraz Roca.


 Por Claudia Roselló. Escritora
Cuando desperté por la mañana, hoy domingo 8 de marzo, apenas abrir los ojos recordé a mi abuela Teresa. Ella nació en el año 1899. Siempre bromeaba diciendo que tenía un año menos que el año y con lo menuda que era, guardaba en su interior una fuerza espiritual inmensa. Si hoy viviera, estaría encantada sabiendo cuanto hemos logrado las mujeres en esta sociedad, algo que era impensable en su tiempo. Por aquellos años, que una mujer ocupara un cargo con responsabilidad y poder de decisión en una empresa o en la política, o que siendo mujer llegara a ser piloto, militar o torero, o que se pudiera dedicar a aquello que más le gustase a pesar de considerarse una actividad solo para hombres como lo era la náutica, el golf, el futbol o las carreras de autos y motos, no cabía en mente alguna. Ella fue una pionera en su época. De joven, mientras atendía el negocio de su familia, siendo una experta en hacer deslizar el chopp de cerveza a lo largo de la barra encerada del bar sin que perdiera una gota de espuma en su camino, estudió para maestra. Trabajó apenas licenciarse y por el año 1920, ya casada con mi abuelo, montó sola su propia librería, algo que en su pueblo, al ser mujer, era completamente inusual. Condujo los primeros coches Ford y disfrutó de fumar un cigarrillo junto a su marido. Crió a mi padre y le enseñó el respeto a las mujeres desde la cuna. Una mujer llena de energía, alegre, fuerte, sincera, decidida y audaz. Me gustaría hoy, brindarle un homenaje a ella y a aquellas mujeres, artistas, científicas, escritoras, maestras en artes y oficios, médicas, poetas, madres, abuelas, hermanas y amigas, que han sabido abrir las primeras puertas a un mundo, en algún momento, impensado para nosotras, almas generosas que mostraron su tenacidad y su habilidad para conquistar aquella parte del mundo que nos era vedada tan solo por ser mujeres. Espíritus nobles, que nos ayudaron a conseguir el tesoro que tenemos en nuestras manos, el poder expresarnos libremente, ejercer nuestros derechos y dedicarnos a lo que amamos. Me gustaría agradecer también a aquellos hombres que nos acompañaron en nuestras conquistas, apoyándonos sin celos ni maldad. Aquellos que comprendieron que juntos la mujer y el hombre, se pueden complementar, de la mano y caminando a la par. Todavía a las mujeres nos queda mucho por recorrer, pero creo que con amor y sin violencia
podremos conquistar todas las metas que queramos alcanzar. A todas las mujeres del mundo, feliz día!




8M: DÍA INTERNACIONAL DE LA MUJER
     
      8M es una fecha clave en las agendas, una fecha que se marca como un hito en la historia por los derechos conseguidos, recuperados, pero también una fecha para recordar que todavía sigue habiendo camino por recorrer.
      “La libertad de las mujeres es imparable”, la lucha para reivindicar los derechos de las mujeres sigue expandiéndose, cada vez son más las mujeres y los hombres que justifican esta lucha como suya propia, y reconocen el feminismo que tiene que agrupar a toda la ciudadanía. (Recordemos que según la RAE feminismo es igualdad, la palabra feminismo describe el principio de igualdad de derechos de la mujer y el hombre).
El año 2020 es un año decisivo para la promoción de la igualdad de género en todo el mundo, a medida que la comunidad mundial hace balance de los progresos obtenidos en la esfera de los derechos de las mujeres desde la aprobación de la Plataforma de Acción de Beijing. https://www.unwomen.org/es/digital-library/publications/2015/01/beijing-declaration
      El consenso que está surgiendo a nivel mundial es que, a pesar de algunos progresos, el cambio real ha sido desesperadamente lento para la mayoría de las mujeres y niñas en el mundo. Al día de hoy, ningún país puede pretender que ha alcanzado la igualdad de género.  Ante los mensajes falsos en nuestro país de que ya vivimos en igualdad recordemos que no es así, la igualdad en el empleo, la brecha salarial, obstáculos como el “techo de cristal”, los derechos a la conciliación, la publicidad sexista, los micromachismos diarios o las narrativas paternalistas desde una mirada masculina.
       No olvidemos tampoco la reivindicación abierta del uso del lenguaje inclusivo, un lenguaje donde todas y todos sintamos que formamos parte y que nos incluya de igual manera.
           Destacamos la importancia del Pacto de Estado contra la violencia de género como impulso y compromiso de nuevas directrices y propuestas.
          El 2020 marcará varios otros momentos notables en el movimiento en favor de la igualdad de género: cinco años en ruta hacia el logro de los Objetivos de Desarrollo Sostenible; el 20º aniversario de la resolución 1325 del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas sobre las Mujeres, la Paz y la Seguridad; y el 10º aniversario de la creación de ONU Mujeres. Nos sumamos por ello también al tema de ONU Mujeres “Soy de la Generación Igualdad: Por los derechos de las Mujeres” El tema es conforme con la nueva campaña multigeneracional de ONU Mujeres que conmemora el 25º aniversario de la Declaración y Plataforma de Acción de Beijing aprobada en 1995 en la Cuarta Conferencia Mundial sobre la Mujer, y es reconocida como la hoja de ruta más progresista para el empoderamiento de las mujeres y las niñas en todo el mundo. https://www.unwomen.org/es
 CONCEJALÍA DE IGUALDAD. CARTAGENA     

   

                                              8 de Marzo de 2020

                           DIA  DE  LA  MUJER TRABAJADORA

Mi madre murió hace poco más de un año, pero sigo teniendo en mi vida, muchas mujeres, a las que quiero y respeto. Tengo una esposa que es una gran trabajadora y así su pueblo se lo hizo saber hace poco.

Tengo Tres hermanas, Dos hijas, Dos nietas, Cinco sobrinas, todas estas mujeres son muy importantes en mi vida.
Evidentemente pienso, que quién no respete a La Mujer, no respeta a ninguna de ellas y para mí, ellos no son dignos de mi respeto.
El día 8 de Marzo de 2020, se celebró el día de la mujer trabajadora, yo espero que algún día, dentro de 40 años  o a ser posible mucho antes, este día no tenga que ser celebrado.  ¿Por qué digo esto? Porque sería señal que se habría llegado a una sociedad en la que se ha aceptado que hombre y mujer, varón y hembra, son iguales en dignidad y respeto y no habría que celebrar nada, pues lo normal, lo habitual, lo aceptado, lo correcto sería que todos somos iguales y nos merecemos el mismo trato laboral, social y humano.
Además creo, la mujer es más necesaria en la sociedad que el hombre. Lo digo en serio. Alguna vez, hablando con mi mujer, hemos comentado qué pasaría si se muriera ella  o me muriera yo. Si se muere ella, es todo un problema, no sabemos cómo solucionaríamos el problema del negocio que lleva sólo ella, la atención que dedica a nuestros nietos, a nuestras hijas, sería un trastorno para todos. Sin embargo, si falto yo, la vida seguiría igual, un funcionario menos, no habría trastorno alguno.
En mi trabajo tengo que tratar en los distintos negociados con muchas mujeres trabajadoras y he de decir, que son unas grandes profesionales y realizan su actividad laboral de una forma eficiente.
En esta vida, lo importante no es ser hombre o mujer, varón o hembra, lo importante, es intentar Ser Buena Persona, amigo, trabajador porque intentándolo, algunas veces, hasta se consigue.
               Pedro Martínez Meroño : Funcionario y escritor


                                            


Por Laly
Con motivo del día 8 de Marzo , he querido dejar un testimonio, tanto de hombres como de mujeres y también de la concejalía  de la igualdad.
Desde aquí, las gracias a todos , por corresponder a mi llamada, con muy poco tiempo, e incluso , desde la concejalía, con unas horas.
Gracias a todos, por vuestro respeto a las mujeres, en general, y sobre todo a las de este país, que tenemos hombres,( la mayoría) que han respetado y respetan a las mujeres.
Gracias a todas esas instituciones, que han ido avanzando en igualar en derechos  y obligaciones tanto a hombres como a mujeres.
Todavía, queda camino por recorrer, pero estoy esperanzada, que de una forma respetuosa, calmada, y con sosiego , se alcancen todos los objetivos, no sólo en España, sino en el mundo entero. Yo, particularmente, me he sentido respetada, tanto en el trabajo, como en familia y amigos.
Este es un mundo de hombres y mujeres y todos unidos, seremos mejores y avanzaremos más.
También quiero hacer mención en el Día de la Mujer, domingo, 8, por la tarde, la reunión de un grupo a tomar café y dulce. Nuestras madres y abuelas, se reunían a coser y a lavar.
El lunes,9 , un grupo de mujeres de la Asociación de vecinos, organizaron a las 17.30 de la tarde, una reunión de mujeres y niñas, en las que hicieron risoterapia y merienda, llevada por las mismas mujeres y se sorteó una amasadora entre las que llevaron postres, siendo la agraciada : Antonia Alvarez, y estaba muy bueno el chocolate que llevó Flori, senderista de nuestro grupo.

Por Antonia Álvarez
Ese día tenía que haberse celebrado antes, mucho antes.
Siempre ha habido mujeres trabajadoras, luchadoras, para sacar a sus hijos y su casa adelante.
Pero nadie le ha dado importancia.
Me parece un día justo y que luchemos por ello.
Antonia Álvarez, mujer, hija, hermana, esposa, madre, abuela, trabajadora y ama de casa

Por Araceli
Por toda la lucha hecha por mujeres de nuestros antepasados, con mucho sacrificio, para adquirir derechos dignos , los cuales, nos han hecho el camino a seguir más fácil a los de ahora.
Gracias, mi gran homenaje para ellos.
Araceli Rey. Jubilada